martes, 8 de febrero de 2011

El Ateneo: El Ágora de Málaga

Más allá de las proclamas, de los idearios, de las grandes frases y los discursos elaborados, el carácter de una persona, incluso de una institución, quizá se ofrezca de manera más sincera en los pequeños gestos. Los detalles. Como enfilar la calle Compañía, alzar la vista y contemplar un cartel colgado de una fachada. Parece un reclamo inmobiliario, pero no. Porque allí no dice 'Se vende'. Pone 'Se piensa'.
El rótulo lo colocó hace unos meses el colectivo de arquitectos Miss Málagass, que con ese gesto quisieron señalar el Ateneo de Málaga como un lugar dedicado a la reflexión, frente a la corriente especulativa sublimada en el desenfreno inmobiliario.
Con esa sutil declaración de intenciones, el Ateneo reivindica su papel como «espacio de crítica, debate y cultura libre», en palabras del actual presidente de la institución, Diego Rodríguez Vargas.
Esa función como punto de encuentro ha cobrado protagonismo de un tiempo a esta parte. Dos ejemplos. El Ateneo capitaneó la primavera pasada el primer -y único- foro de debate ciudadano en torno a la candidatura malagueña para ser Capital Europea de la Cultura en 2016. Y de manera más reciente, la institución de la calle Compañía ha sido el único espacio público capaz de sentar a la misma mesa a los representantes de la Junta de Andalucía, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Málaga -que estuvieron acompañados por una portavoz de la Universidad- para abordar la gestión cultural en Málaga.
Moderó aquel coloquio el profesor de la Universidad de Málaga (UMA) Fernando Arcas, a la sazón vicepresidente del Ateneo: «Lo interesante de aquella iniciativa fue que los representantes políticos no se limitaron a defender su postura, sino que fueron más allá y profundizaron sobre la identidad cultural que, en su opinión, debe tener la ciudad». Para Arcas, ese modelo de «reflexión abierta que no está mediatizada por la política» se ha convertido en la «marca de la casa» del Ateneo. Un marchamo que se traduce en esa capacidad para aglutinar distintas sensibilidades.
Pluralidad y respeto
Comparten el diagnóstico entre los gestores políticos. El delegado de la Consejería de Cultura Manuel García destaca el «carácter plural» del colectivo, al que considera «un foco esencial para la dinamización de la vida cultural de Málaga». Por su parte, el delegado municipal de Cultura Miguel Briones hace mención al «diálogo» y el «respeto por todas las opiniones» como señas de identidad ateneísta.
«Constituye un contrapunto esencial frente a las instituciones de un perfil más académico», apostilla Briones, quien acota: «El Ateneo de Málaga representa una pieza clave en el puzzle para hacer ciudad. Hoy por hoy, es un espacio importantísimo que, además, permanece ajeno a la dialéctica propia de la política».
En una línea muy similar se expresa la diputada de Cultura Susana Radío: «El Ateneo es un referente absoluto para el arte y la cultura. Pueden estar muy orgullosos porque han desarrollado un camino con no pocas dificultades y además han conseguido llevar su labor a toda la provincia».
Porque el foro ateneísta se despliega mucho más allá de la capital. Como explica su presidente, el Ateneo cuenta con seis «extensiones» ubicadas en Fuengirola, Marbella, Ronda, Torremolinos, Villanueva del Rosario y Torrox. Entre unos y otros, en la provincia hay censados unos 900 ateneístas.
Cada uno debe abonar una cuota mensual de ocho euros (cinco en el caso de los estudiantes y los jubilados). Un sostén económico que encuentra «un apoyo indispensable» en la financiación prestada por Unicaja. «Sin esas aportaciones, el Ateneo no podría abrir sus puertas», sostiene sin ambages Diego Rodríguez Vargas.
Además, la institución intenta lograr una fuente de financiación para cada iniciativa. Por ejemplo, la Junta de Andalucía se hace cargo de los proyectos de artes plásticas y escénicas; los libros suelen ir de la mano del Servicio de Publicaciones de la Diputación; los fondos europeos gestionados por el Ayuntamiento sirven para desarrollar los programas en Marruecos; el último número de su lustrosa revista contó con la colaboración de Novasoft y la Consejería de Medio Ambiente y la mencionada Unicaja presta su ayuda a propuestas como el reciente ciclo -clausurado esta semana- dedicado al historiador Juan Antonio Lacomba, que en su día presidió el Ateneo malagueño.
Prestigio institucional
Durante casi trece años ocupó ese cargo Antonio Morales, hoy fiscal jefe de la Audiencia Provincial de Málaga. Morales esgrime el «prestigio institucional» del Ateneo como una de las claves que explican su poder de convocatoria no sólo entre las instituciones políticas, sino también entre la sociedad civil malagueña.
«El Ateneo nace como una reivindicación de los valores democráticos, concediendo un protagonismo esencial a la cultural. Esa vocación hace que el Ateneo de Málaga sea especial entre el resto de ateneos de España. Además, el hecho de tener su germen en la lucha contra la dictadura constituye un elemento diferenciador del Ateneo de Málaga», esboza Morales.
Esos orígenes explican, en su opinión, la desigual presencia que ha tenido la institución en la vida social y cultural malagueña desde su creación allá por 1966. «El Ateneo siempre ha sido un adelantado en la ciudad: apostó por la democracia en los años 60, luego reclamó la Universidad cuando nadie planteaba esa necesidad, reivindicó a Picasso cuando no estaba de moda... Ese papel tan activo durante sus primeros años hizo que después, con la llegada de la democracia, dejara paso a los partidos políticos y otras instituciones de nuevo cuño de debían tomar la iniciativa», aclara el expresidente ateneísta.
Morales prosigue su argumentación recordando que fue a finales de los años 80 cuando el Ateneo de Málaga dio un nuevo paso al frente en la escena cultural malagueña. Una revitalización que tuvo su momento crucial con la recuperación de la sede de la calle Compañía. En este sentido, conviene recordar que el Ateneo se constituyó en su actual emplazamiento, si bien su primera residencia estable la encontró en un piso de la plaza del Obispo. De allí pasó a un pequeño espacio en la calle Ramos Marín.
Una mudanza decisiva
La fecha clave llegó el 14 de abril de 2000, cuando se formalizó la cesión por parte de la Junta de Andalucía de parte del edificio de San Telmo que ahora ocupa. La mudanza se formalizó en 2004, después de la ardua rehabilitación del edificio del siglo XVI que comparte acera con la antigua Casa del Consulado, sede de la Sociedad Económica de Amigos del País.
Desde allí, la institución ha recobrado su papel como moderador de la vida cultural de la ciudad. Cierra su presidente, Diego Rodríguez Vargas: «El Ateneo tiene que ser el ágora de Málaga, el lugar donde todo el mundo pueda venir para expresar su opinión con libertad y respeto». Un remanso entre tanto ruido.

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