sábado, 7 de agosto de 2010

LA GRECIA ANTIGUA REGRESA A MÁLAGA



En el imaginario mítico griego el jardín de las Hespérides, situado en el confín occidental del mundo conocido, fue el lugar paradisíaco donde llegó el héroe Heracles en busca de las manzanas de la inmortalidad; un paisaje idílico e ideal que simboliza una excepcional y extraordinaria visión del mundo de aquellos siglos que se plasmó en los vasos griegos.

Escenas cotidianas, temas mitológicos, relaciones amorosas, celebraciones rituales en torno al banquete, el matrimonio o la muerte.... Las salas temporales del Museo del Patrimonio Municipal se transforman en la Antigua Grecia con una selección de las mejores obras de los alfareros y pintores de vasos griegos en la exposición En el Jardín de las Hespérides, que llega a Málaga de la mano del Museo Arqueológico Nacional, que cuenta con uno de los conjuntos más numerosos y de mejor calidad entre los conservados en los museos europeos.

La colección está compuesta por más de medio centenar de piezas, que ofrecen una visión representativa de la Hélade, desde los siglos XIII y III antes de Cristo. La muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 24 de octubre, está patrocinada por la Fundación Unicaja y el Ayuntamiento malagueño en su estreno nacional en Málaga y después viajará a Cádiz y Almería.

Paloma Cabrera, una de las comisarias de la exposición y conservadora del Museo Arqueológico Nacional, que en la actualidad se encuentra en obras, destacó que la muestra ofrece un «recorrido inverso» hacia Grecia y Málaga se convierte así «en el jardín de las Hespérides».

«Estos vasos son un documento histórico muy relevante porque ofrece información sobre las ciudades donde se fabricaron, la geografía griega, su evolución histórica, política e ideológica. Los temas que se plasman hablan de la vida del hombre griego, sus esperanzas y dilemas, por lo que la lectura que se puede hacer es múltiple y enriquecedora», detalló Cabrera.

Por su parte, el catedrático de Filología Griega de la Universidad de Málaga, Aurelio Pérez Jiménez, indicó que también está muy representado el mundo funerario, así como «la exaltación de la vegetación y la embriaguez del vino, con el Dios Dioniso, o escenas de guerra, desnudos, o los baños de mujeres que van a por agua a las fuentes».

«Todos seguimos siendo griegos, a pesar que hay una distancia de 3.000 años existe una cercanía. Están esos símbolos que forman parte de nuestras costumbres, como la manzana, del amor; el laurel, de Apolo; la granada, de la eternidad; la uva, de la juventud, la embriaguez y la eliminación de las fronteras y las escalas sociales», recalcó Pérez Jiménez.

En este sentido, Cabrera apuntó: «Algunos de estos vasos griegos son obras maestras de los mejores artistas de la época, monumentos a pequeña escala que recrean espacios y narraciones, humanas y divinas».


Fuente: La Opinion

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